Hola, No Páusicxs. ¿Cómo están? Hoy, gracias a la Dra. en Ciencias Biológicas Mica Buteler, damos inicio a #MenopausiaYCiencia, un espacio para entender los trabajos  que están haciendo investigadores de todo el mundo, en relación al climaterio/menopausia, y ¿qué mejor que con las interpretaciones de ella?

Así que… empecemos: en los últimos años avanzamos bastante en la comprensión de nuestra microbiota. Pero…  antes nos preguntamos ¿qué es la microbiota?

Por microbiota nos referimos a toda la comunidad de microbios: pueden ser virus, bacterias y hongos que habitan en nuestro organismo.

Para que se den una idea, la microbiota humana tiene aproximadamente 100 billones de microbios y,  la mayor parte de ellos, viven en nuestro intestino. ¿Y por qué es importante saber esto? Porque la microbiota tiene un rol muy importante en nuestra salud y nuestro comportamiento también, y su  manipulación  puede  ser utilizada en el tratamiento de algunas enfermedades. 

Entonces, ¿cuáles son las funciones de la microbiota humana?

Sus funciones están involucradas en el desarrollo de inmunidad, en la defensa contra cualquier microorganismo y en la nutrición (incluida la producción de ácidos grasos de cadena corta -un subgrupo de ácidos con un esqueleto orgánico pequeño-, el metabolismo energético, la síntesis de vitaminas y el almacenamiento de grasas). 

Y así, la microbiota intestinal puede influir en el huésped, que es el organismo que contiene a otro en su interior, al secretar ciertas moléculas del metabolismo en el torrente sanguíneo. 

Además, la microbiota tiene un papel regulador sobre el comportamiento a través de la producción de neuroquímicos que necesita el cerebro para regular procesos fisiológicos y mentales. 

Pero vamos con un ejemplo: el intestino fabrica gran cantidad de serotonina, (tan mencionada en la comunidad No Pausa), porque es el neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el aprendizaje, y la memoria. ¿Les suena?

Entonces, así como el intestino afecta el cerebro, el cerebro también tiene la capacidad de afectar la microbiota y, por ejemplo, altos niveles de estrés pueden llevar a una disminución en algunas bacterias benéficas en la microbiota. 

¡IMPORTANTE! La microbiota es dinámica, siendo influida por su ambiente. Si bien los cambios más dramáticos ocurren en la infancia y la niñez temprana, durante la menopausia/climaterio puede haber cambios porque el estrógeno tiene influencia en la microbiota así como la microbiota tiene una gran influencia en los niveles de estrógeno. Además, podemos influir en nuestra microbiota mediante  lo que comemos, cómo manejamos el estrés y haciendo ejercicio. 

La microbiota intestinal es uno de los principales reguladores del estrógeno circulante. Por eso es CLAVE cuidar el intestino y nuestra microbiota para aumentar la capacidad de nuestro cuerpo para absorber nutrientes y equilibrar las hormonas, disminuyendo los síntomas asociados a la baja en estrógenos durante el climaterio. 

Caso contrario, un desequilibrio en la flora intestinal puede aumentar los síntomas de la menopausia (nosotras se los avisamos, No Páusicxs).

Bien, y entonces, ¿en qué consisten las investigaciones?

  • Se está investigando sobre cómo podemos manipular la microbiota como herramienta terapéutica.
  • Existen datos que sugieren que los tratamientos capaces de revertir los desequilibrios en la microbiota son efectivos en el manejo de ciertas enfermedades humanas. 
  • Se investiga el uso específico de antibióticos para eliminar microbiotas seleccionadas, probióticos y prebióticos, qué son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos, para fomentar la expansión de bacterias beneficiosas y el trasplante de microbiota fecal, y así restaurar las comunidades bacterianas.

Estos estudios proporcionarán una mayor comprensión de las interacciones huésped-microbiota que, como vimos, impactan en el desarrollo de enfermedades.

CONCLUSIÓN: la microbiota no es algo ajeno a nosotrxs que nos habita, sino que es parte de nuestra identidad, y tenemos que cuidarla para estar sanxs. Por lo pronto podemos favorecer una microbiota sana generando las condiciones propicias para que proliferen en nuestro cuerpo las comunidades de bacterias y microorganismos que nos hagan bien. 

Para eso, se recomienda  consumir muchos vegetales, cereales integrales,  poco azúcar, eliminar los ultraprocesados y, por supuesto, disminuir los niveles de estrés y hacer ejercicio regularmente.  

Papers analizados: