¡Hola comunidad No Páusica! Puede que este no sea el más grave ni el más conocido de todos los síntomas que solemos tener en esta etapa pero sí es uno muy molesto: las uñas frágiles y quebradizas.
Sí, ¡exactamente! Si estás en esta etapa y empezaste a sentir cambios en las uñas de las manos y pies, tenemos que decirte que es una vez más producto de los desequilibrios hormonales.
Lo primero que queremos contarte es el por qué se produce este síntoma y además cómo podemos hacer para controlarlo.
Como seguramente ya sabemos, las uñas de nuestro cuerpo están compuestas por una proteína llamada queratina (que les proporciona resistencia y dureza). Y sí, la baja de nuestros amigos los estrógenos en la menopausia, afecta directamente la producción de esta proteína. Como si fuese poco, es el estrógeno el que regula también la retención de líquidos en nuestro cuerpo: cuando estos disminuyen también lo hacen los líquidos (por eso la importancia de incorporar más agua de lo que solíamos incorporar). ¿Qué tiene que ver esto con nuestras uñas? Con la deshidratación las uñas se resecan haciendo que se vuelvan más frágiles y propensas a quebrarse con facilidad.
El proceso normal e inevitable de envejecimiento (como siempre decimos envejecer no quiere decir que “seamos viejas”) también trae consigo cambios en nuestras uñas: crecen más lentamente y se vuelven más pálidas (de traslúcidas a amarillentas y más opacas). En el caso de las uñas de los pies, pueden volverse duras y gruesas y encarnarse más frecuentemente.
Otro factor que tiene gran impacto también es el nivel nutricional: el calcio por ejemplo influye directamente en la fortaleza de nuestras uñas. Por otra parte, el ácido fólico y la vitamina C están asociados a la aparición de padrastros (un padrastro, cuerito o pellejo es un pedazo pequeño de piel que se levanta de la carne inmediata a las uñas de las manos, y causa dolor y molestia. El tratamiento casero consiste primeramente en no arrancarlos ni morderlos, ya que esto puede hacer que la piel se desgarre. Lo sabías?).
Tengamos en cuenta también que la fragilidad de nuestras uñas hace que las mismas se vuelvan más vulnerables a las infecciones producidas por ejemplo por hongos (si somos de ir a algún salón de belleza a hacernos las manos, procuremos que tengan todas las medidas de higiene necesarias o llevemos nuestros propios elementos).
Pero ojo que ni todo puede ser “culpa” de la menopausia. En algunos casos las uñas débiles y quebradizas pueden ser un indicio de problemas de salud como anemia, mala circulación sanguínea, hipotiroidismo o hipertiroidismo, porque estas enfermedades hacen con que los nutrientes no lleguen a las uñas, dejándolas débiles, con tendencia a la descamación. Como siempre decimos en No Pausa: es clave preguntar a tu doctor@ que se debe – y que no – a esa etapa para poder solucionar cualquier problema de la mejor manera posible.
Es importante que consultes a un medic@ si notás que hay algún síntoma fuera de lo normal, como por ejemplo cambios muy fuertes en el color.
Más allá de los estrógenos. Otras causas de las uñas quebradizas para tener en cuenta
- Morderse las uñas;
- Utilizar removedor con acetona para retirar el esmalte;
- Mantener las uñas en contacto con productos químicos como detergentes, sin protegerlas con guantes;
- Falta de hidratación;
- Uso de uñas postizas o de gel;
- Falta de algunas vitaminas en la alimentación.
Pero ¿cómo hacer para mejorar la salud y el aspecto de nuestras uñas?
- Nutrir e hidratar con cremas para manos y uñas (podés hacerlo todas las noches antes de dormir). El aceite de almendras puede ayudar a mantener las uñas suaves y flexibles.
- Reducir las posibles deficiencias nutricionales. Una alimentación sana y equilibrada mejora los niveles hormonales.
- Evitar la exposición a ciertos químicos: usá guantes cuando tengas que estar en contacto con productos de limpieza, por ejemplo al lavar los platos.
- Cambiar la dieta. Los ácidos grasos esenciales, como los que se encuentran en las almendras o el aguacate/palta, son importantes para fortalecer las uñas.
Fuentes: