Día normal. Victoria, mi hija, llegó del colegio y todos fuimos a tomar un helado. Mi marido recibió una llamada y tuvimos que volver literalmente corriendo. Ellos.
Yo me quedé a mitad camino sin poder respirar. Creí que me moría.
Te podés estar preguntando: y eso, ¿qué tiene que ver con la Menopausia? La respuesta es: TODO ☺ En ese momento descubrí que nadie estaba preparado para ese momento. Ni los médicos ni yo.
Me asusté y fui a buscar ayuda. En el chequeo me apareció una deficiencia seria de hierro. La doctora me derivó a una hematóloga y lo tratamos puntual. Problema solucionado. O eso parecía…
El cansancio no se iba. A él, le tuve que sumar menos paciencia de las que siempre he tenido y que mi piel se caía a pedazos de lo seca que estaba.
Volví al médico y, paralelamente, pedí un turno con la ginecóloga porque mi período había decidido transformarse en un invitado mal educado. Aparecía cuando quería. Hacía seis meses que, o saltaba un mes o aparecía dos veces en el mismo. Yo, como buena control freak, no lo podía tolerar.
Le conté lo del hierro y me pidió un análisis hormonal. A mi clínico eso no se le había ocurrido ya que, me parece, el hecho de ser mujer y tener cuarenta y ocho años no le hizo sonar ninguna campanita, ¿por hombre?¿por prejuicio? No lo sé.
Llegaron los resultados.
PRIMER ERROR. Ansiosa, lo abrí. Diagnóstico: perimenopausia.
SEGUNDO ERROR. “Dr. Google”. A la hora de mi consulta casi ni logré saludar a mi ginecóloga. Mil preguntas salían de mi boca. Dudas. Miedos. Sorpresa. Exactamente eso, sorpresa: tengo cuarenta y ocho años, pero una hija de siete, una vida súper activa, me encanta como me veo y el paso del tiempo no es un tema para mí. Yo me sentía lo más lejos del estereotipo de una “mujer menopáusica”.
TERCER ERROR: No hay “un tipo” de mujer menopáusica, solo hay mujeres que estamos pasando por una etapa. Eso ya lo aprendí ☺.
Mi doctora no tenía las respuestas para mis mil preguntas.
¿Y mi piel?
-Bueno va haber que hidratarla más.
¿Cómo? ¿Qué crema? ¿Cuál es la que sí funciona? ¿La vagina puede resecarse y hay que lubricarla? ¿Y si soy alérgica al lubricante? ¿Cómo lo uso? ¿Cuál es el mejor? ¿Y mi cintura? ¿La voy a perder? ¿Y los calores? ¿Y la angustia? ¿Y la…?
En resumen salí como había entrado: perdida.
Decidí hablar con amigas de mi edad y me encontré que yo parecía ser la única mujer menopáusica sobre la faz de la tierra con ganas de hablar del tema. Ah, me olvidaba, las que ya habían pasado por eso no querían hablar porque “ni se acordaban” bien de cómo había sido.
Aquí empieza el camino que me llevó a crear, con Karina, este ecosistema de comunicación: estamos en Facebook, Instagram, YouTube, Twitter, Pinterest, o sea, no hay excusas para no compartir y no hablar del tema.
La menopausia siempre me había sido presentada como el fin.
¡Pero no! Me alegra contarte que es solo una etapa y que vamos a pasarla juntas.
Tenemos mucha información y contención para aprovechar y ¿porque no? pasarla bien. Porque también hay cosas divertidas. A veces trágicamente cómicas.
Nos vemos en NO PAUSA
Un beso,
Miriam