¡Hola, comunidad! ¿Cómo están? Nosotras hoy venimos con un tema medio bajón pero  importante: angustia y depresión. En No Pausa estas palabras llegan muy seguido, y no siempre queremos enfrentarnos a ellas.

Usadas muchas veces para expresar las mismas sensaciones, pero ¿sabían que tienen algunos puntos en común, pero no son lo mismo? Es cierto que ambas están ligadas a situaciones y procesos vinculados a sensaciones de pérdida. Sin embargo, se manifiestan de formas distintas, y es importante saberlo para entender lo que verdaderamente nos pasa.

La angustia está más ligada a algo que nos sucede y desborda nuestra capacidad de respuesta, pero es un estado mental pasajero. Sentir angustia es natural, pero puede ser preocupante cuando aparece de la mano de una sensación de opresión, taquicardia, dificultad para respirar (de esos sentimientos que uno no logra identificar de dónde vienen o qué pasa). También es común tener sensación de no estar cómodx en ningún lugar.

La depresión, en un sentido amplio, es una tristeza muy profunda, falta de deseo, de seguir adelante. La persona afectada manifiesta ciertos síntomas: apatía, angustia, sentimientos de desesperanza…Es decir, que la angustia es solo una de las facetas de la depresión.

Cuando pasa a un plano extremo, se trata de situaciones en las que la persona se recluye y siente un agobio espantoso. Obvio que hay distintos tipos y niveles de depresiones y muchas deben ser tratadas.

¿Y por qué las relacionamos con el climaterio? Porque la fluctuación hormonal de esa etapa genera cambios en el humor (como cuando estábamos en los períodos premenstruales).

Además, los niveles de serotonina son mucho más bajos en las personas que padecen un cuadro depresivo, por eso influye en gran cantidad de procesos mentales. Una persona triste o angustiada, en cambio, no experimenta cambios tan radicales ni duraderos en sus dinámicas de activación cerebral.

Recuerden que la serotonina es el neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el aprendizaje, y la memoria. Y sumemos a esto, la incomodidad que generan todos los síntomas del climaterio (calores nocturnos, sofocos, cambios en la líbido, etc.), más el peso o estigma de “estar menopáusicxs”. Y sí, es verdad, todo esto puede hacernos experimentar alti y bajos, ¡pero no por eso tiene que ser depresión! Aunque tampoco hay porqué descartarlo. 

Saber las diferencias nos ayuda a entender, justamente,  cuándo necesitamos pedir ayuda.

Ahora, algunas sugerencias para los cambios de humor (propios de esa etapa):

  • Fraccioná las grandes tareas en otras más pequeñas.
  • Reacomodá tus prioridades.
  • Participá en actividades que te hagan sentir bien.
  • Date tiempo. El humor mejora gradualmente, no de inmediato.
  • Posponer las decisiones importantes hasta que te sientas mejor.
  • Mirá todo en perspectiva.

Y, por último, hacer yoga y meditación pueden ayudar a aliviar la irritabilidad y la ansiedad típica durante el climaterio/menopausia. Las técnicas de relajación y de estiramientos del yoga son claves para ayudar a estabilizar los cambios de humor y,  al mismo tiempo, mejorar el bienestar general.

Fuentes: